El Aparato Digestivo puede presentar diversas alteraciones, que se traducen en unos síntomas clínicos muy variados. Desde el punto de vista práctico existen 2 alteraciones bien diferenciadas, que son la causa frecuente de acudir al especialista. Son la dispepsia y el síndrome de intestino irritable.
El significado estricto de dispepsia sería la “mala digestión”. Sin embargo, queda mejor definido como “los síntomas que tienen su origen en la región del estómago e inicio de duodeno, siendo fundamentalmente la pesadez postingesta, la saciedad precoz y el dolor o ardor en el epigastrio” (o parte que se encuentra justo por debajo de la punta del esternón).
Serían las provocadas por alteraciones gástricas o duodenales identificables, las motivadas por alteraciones del páncreas, vía biliar o de otro órgano digestivo, las motivadas por alteraciones en el metabolismo (diabetes mellitus, enfermedades del tiroides, etc.) y las causadas por la ingesta de algunos fármacos o de alcohol.
No. Las podemos dividir de acuerdo con los síntomas que producen en tres tipos: tipo ulceroso, cuando predomina el dolor, tipo dismotilidad, cuando predomina la plenitud, distensión o saciedad precoz; y dispepsia inespecífica, cuando no puede incluirse en ninguno de los otros dos grupos.
En la de causa orgánica debemos tratar el motivo que lo origine. Y en la funcional se debe manejar de forma compleja con medidas dietéticas, cambios en la forma y tipo de alimentación, además de diversos medicamentos que se pueden usar en combinación, modificando la duración de la administración de cada uno de ellos, en función de diversos aspectos.
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